martes, 21 de agosto de 2018

El origen del libro y su evolución: Su inicio

1. Su inicio

La comunicación humana comenzó a desarrollarse desde los primeros tiempos a partir de formas gestuales y orales. El uso de la escritura no se dio desde sus inicios. Existen muchas teorías sobre la evolución de la escritura, que empezó por señales y métodos nemotécnicos (cuerdas de colores, nudos, muescas en palos, tejidos, bordados, etc.), que se fueron transmitiendo de generación en generación hasta que la organización de los grupos y las sociedades propició la aparición de la escritura por la necesidad de conservar en la memoria individual y colectiva, se generaron diferentes fórmulas lingüísticas, rituales, musicales, pictóricas, etc.
Estas teorías dicen que el origen de la escritura se vio vinculada al profundo cambio que supuso el paso de las sociedades cazadoras-recolectoras a las sociedades agricultoras y ganaderas. Este proceso no tuvo lugar de forma sincrónica en las cinco civilizaciones en que se fue desarrollando (Mesopotamia, Egipto, Valle del Indo, China y Mesoamérica), se cree que una de las primeras culturas en utilizar la escritura es la sumeria.

El libro de Enoc menciona que la escritura no estaba destinada para ser usada por la raza humana, pues en el capítulo 69:9-11 dice que Panamu’el le enseñó varios artes al humano, entre estos a escribir con tinta sobre papiros lo que lo alejó su Creador al afianzar su confianza en la tinta y el papel. Esto lleva a entender que la escritura tiene un origen más antiguo.
Suele considerarse el alfabeto fenicio como el primero que se utilizó de forma más generalizada, aunque no es el más antiguo. Debemos considerar que la ubicación de fenicia está en el Israel actual.



Adentrándonos en las Sagradas Escrituras encontramos que desde la creación de la humanidad se dio un único idioma y es el hebreo, cuando se presentó el evento de la confusión en Babel, Génesis 11:1-9 se originan los diferentes idiomas pero se conserva el hebreo, pues los descendientes de Sem no se encontraban en babel en ese momento.
En el alfabeto semítico se combinaban adecuadamente los 22 signos de que constaba para representar todas las modulaciones lingüísticas.
El primer sistema alfabético fue desarrollado hacia el 2000 a.e.c. (antes de la era común) por poblaciones semíticas de la zona central de Egipto y que a continuación se difundió hacia el norte durante más de cinco siglos, siendo luego desarrollado y utilizado por los fenicios, que lo propagaron por todo el Mediterráneo. A este alfabeto semítico le siguieron cuatro variantes: semítico meridional (hebreo), árabe, arameo y el griego arcaico. Estas variantes se dieron después de lo sucedido en babel, ya que al existir varios idiomas y dialectos, a la dispersión que fueron tomando los pueblos semitas y al establecerse alrededor de los pueblos con diferentes lenguas, se fueron tomando palabras, frases o dichos de estos pueblos y de esta forma, crear nuevas variantes de sus idiomas.

Los griegos desarrollaron signos vocálicos para adaptarlo a su lengua y originaron el primer alfabeto escrito de izquierda a derecha. Asimilado posteriormente por los romanos, se constituyó finalmente en el alfabeto latino que es el más utilizado hoy en día. Para hacer frente al reto de preservar y transmitir la cultura, tanto en el espacio como en el tiempo, la humanidad ha tenido que encontrar la manera de garantizar la conservación y la integridad de los contenidos, así como buscar la forma de mantener la finalidad o intención concebidas inicialmente. Debido a ello, a lo largo de la historia se utilizaron diversos soportes con características muy diferentes respecto a su conservación, capacidad de transmisión de contenidos, intencionalidad, etc. (paredes de cuevas, megalitos, tejidos vegetales, pieles, madera, arcilla, papel). En lo que se refiere a los materiales propiamente utilizados para la escritura, en un primer momento predominó la piedra, la corteza de árboles y las hojas de plantas, el hueso y las conchas, entre otros; posteriormente, tablillas de arcilla, pieles, telas, papiro, pergamino, seda, papel y, finalmente, materiales plásticos. El libro es sin duda un logro único, una herramienta definitiva que ha permitido la conservación y difusión del conocimiento, de los avances de la humanidad, su historia, sus creencias, etc. Ha facilitado el intercambio de información a todos los niveles y ha permitido desarrollar de manera muy importante la comunicación entre las personas. Por otra parte, es frecuente, entre los expertos, llevar el concepto de libro hasta los primeros tiempos de la humanidad, hablando así de libro prehistórico u oral y de libro histórico o escrito. La palabra libro derivada del latín liber, libri (membrana, corteza secundaria de los árboles), figura en el Diccionario de la R.A.E como: “conjunto de muchas hojas de papel u otro material semejante que encuadernadas forman un volumen”. Una definición más acorde con los últimos avances tecnológicos (e-books, e-Pubs, audiolibros, etc.) debe referirse a un soporte relativamente permanente, multiplicable, y constituido por una o varias partes iguales, en las cuales se dispone del texto de un documento o una obra en su totalidad o parcialmente. La forma material del libro ha ido evolucionando a lo largo del tiempo según las necesidades de información y materiales disponibles. Los primeros materiales utilizados fueron la piedra y las tablillas de arcilla; luego el rollo de papiro egipcio. En la Edad Media, en Europa se usó el pergamino. Un conjunto de hojas de pergamino eran cosidas y encuadernadas formando los códices, los cuales fueron evolucionando hasta los libros que hoy conocemos. En este proceso evolutivo encontramos destacamos entre los acontecimientos importantes la generalización del uso del papel, la creación de la imprenta, el desarrollo de procesos editoriales, la aparición del libro digital o electrónico y su difusión a través de la web, entre otros.

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